La Habana, 6 feb (PL) Durante su gira latinoamericana, a punto de culminar, el secretario norteamericano de Estado, Rex Tillerson revivió el fantasma de los golpes militares y la amenaza del uso de la fuerza para asegurar los intereses de Estados Unidos.
Desde antes de comenzar el periplo, Tillerson arremetió contra Venezuela en una conferencia el 1 de febrero en la Universidad de Texas, en Austin, su Alma Mater, en la cual aseguró que en el país suramericano habrá un cambio de gobierno.
En una instigación abierta a que se produzca el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro por cualquier vía, el jefe de la diplomacia estadounidense señaló: «Creo que habrá un cambio, nosotros queremos que sea un cambio de régimen por la vía pacífica, que siempre es mejor que la alternativa, un cambio violento».
A continuación señaló que en la historia de Venezuela y de otros países latinoamericanos, frecuentemente son los militares quienes se ocupan de esto, cuando las cosas se ponen tan malas, ellos solos se dan cuenta que ya no pueden responder más a los ciudadanos y conducen una transición pacífica.
El exempresario petrolero también habló sobre asuntos de política interna de Cuba, al exponer condiciones sobre cómo le gustaría a su país que fuera el sistema electoral de la isla, posición rechazada de inmediato por la cancillería de la nación antillana.
Tillerson intentó revivir la Doctrina Monroe, proclamada en 1823, de la que aseguró conserva su relevancia y fue todo un éxito en su momento, en una clara contradicción con su antecesor, John Kerry, quien en 2013 -al menos de palabra- declaró el fin de dicha política como esencia de las prioridades de la Casa Blanca hacia el área.
PROYECCIûN INJERENCISTA
Con su recorrido, Tillerson intentó restaurar la imagen de Estados Unidos entre los latinoamericanos, la cual, según un artículo publicado esta semana por la revista Foreign Policy, se desplomó desde que Trump asumió la jefatura de la Casa Blanca en enero de 2017.
Una encuesta reciente de la empresa Gallup reveló que en América Latina la confianza en el liderazgo de Washington descendió de un 49 por ciento en 2016 -bajo la administración de Barack Obama- a un 24 por ciento el año pasado.
Varios expertos coinciden en que la tarea de Tillerson fue altamente difícil, al menos esa es la opinión de Cynthia Arnson, miembro del Wilson Center, entidad académica con sede en la capital norteamericana, para quien «hasta la fecha, toda la atención de la política de Trump hacia América Latina ha sido altamente negativa».
Este recorrido del secretario de Estado, el número 18 que realizó al exterior y el primero a varias naciones latinoamericanas, confirmó, por si alguien lo dudaba, que los países visitados constituyen el núcleo central de apoyo a la Casa Blanca.
UN MOMENTO DIFÍCIL PARA EE.UU.
La gira tuvo lugar en un momento difícil para Estados Unidos, y en el caso de México, su primera escala, enfrentó las críticas por las dilaciones en el proceso de modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan), y las intenciones de Trump de construir un muro en la frontera común para detener el flujo de indocumentados.
Tras reunirse con el canciller mexicano, Luis Videgaray y su homóloga de Canadá, Chrystia Freeland, Tillerson hizo énfasis en la importancia de las relaciones económicas dentro del Tlcan, y reconoció que casi tres millones de empleos estadounidenses dependen del comercio con dichas naciones vecinas.
Sin embargo, expertos señalan que estas y otras afirmaciones similares se contradicen con el pensamiento y las acciones de Trump, quien de forma reiterada amenazó con retirarse de dicho convenio trilateral, en vigor desde 1994, y según él «es el peor de todos los que ha suscrito Estados Unidos».
Otro punto de fricción en ese país lo resaltó Videgaray, al afirmar que en ningún caso México apoyaría una opción con el uso de la violencia, interna o externa para llegar a un arreglo de la situación en Venezuela, pues deben ser los venezolanos quienes resuelvan la crisis.
La visita a la nación vecina tuvo lugar tras recientes denuncias de que el devastador flujo ilegal de armas de fuego desde Estados Unidos constituye una de las causas principales de que en 2017 México alcanzara su más alto nivel de homicidios en los últimos 20 años: 20,5 por cada 100 mil personas.
De acuerdo con un estudio publicado el 2 de febrero por el Centro para el Progreso Americano, desde 2014 a 2016, en 15 países de Centro, Norte y Suramérica se recuperaron más de 50 mil 130 fusiles, pistolas y otros artefactos procedentes de territorio norteamericano como parte de investigaciones policiales.
EN ARGENTINA, PERÚ Y COLOMBIA
Mauricio Macri, uno de los principales aliados de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental, no estuvo a la altura de lo esperado por Tillerson en cuanto al apoyo a una línea extrema y violenta contra Venezuela.
Especialistas de la nación sudamericana señalan que la estrategia del Gobierno de Buenos Aires, aunque coincide en el objetivo de terminar con el mandato de Maduro, estipula que debe hacerse a través del apoyo a la oposición y la realización de elecciones al estilo estadounidense.
Según trascendió, en la reunión de 40 minutos a puertas cerradas realizada el 5 de febrero, el mandatario argentino descartó la factibilidad de las sanciones económicas y financieras contra Venezuela.
Entre otros temas, Macri y Tillerson abordaron aspectos sobre la Cumbre de jefes de Estado del Grupo de los Veinte (G20) que tendrá por sede a Buenos Aires a finales del presente año.
Durante su breve estancia en Perú, el 6 de febrero sostuvo un encuentro de casi una hora con el presidente Pedro Pablo Kuczynski, un día después de que Tillerson se reunió con la canciller, Cayetana Aljovín, con quien también departió sobre el tema venezolano y dejaron abierta la posibilidad de excluir al país bolivariano de la VIII Cumbre de las Américas.
Al respecto, Tillerson destacó las coincidencias con Lima en cuanto a la política hostil hacia Caracas y señaló: ‘Sabemos que pensamos de la misma manera’.
En Colombia los asuntos prioritarios de las conversaciones con el presidente Juan Manuel Santos y la canciller María Ángela Holguín se concentran alrededor de Venezuela, el narcotráfico, comercio bilateral y el cumplimiento de los acuerdos de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).
Trump propuso recientemente al Congreso reducir en un 35 por ciento la ayuda al país en el 2018, medida que aún no se implementó porque el Legislativo norteamericano no ha sido capaz de aprobar el presupuesto para el actual año fiscal que comenzó el 1 de octubre pasado.
CRISIS EN EL DEPARTAMENTO DE ESTADO
La gira tuvo lugar además en momentos en que a Tillerson, un hombre de negocios en la esfera del petróleo convertido por Trump en diplomático, se le acusa de destruir el Departamento de Estado.
Una larga lista de funcionarios de mediano y alto nivel dimitieron, otros se acogieron a la situación de retiro, lo que hace a esta agencia federal más ineficiente e incompleta en cargos clave, en medio de la incertidumbre por las constantes pifias del jefe de la Casa Blanca en esta esfera.
La situación de Tillerson, quien está desde hace varios meses bajo fuertes críticas de legisladores de ambos partidos, se agrava ahora tras la renuncia del subsecretario para asuntos políticos Thomas Shannon, una figura clave en negociaciones anteriores con Venezuela.
Su salida se suma a la de William Brownfield el año pasado, otro especialista de vasta experiencia en asuntos latinoamericanos, en particular en lo relacionado con la política antidrogas de Washington en la región.
Con toda esta carga de política doméstica y de proyecciones negativas de Trump hacia el área, Tillerson llevaba una misión casi imposible de cumplir.
Además de afianzar las bases de los intereses geopolíticos de Washington en el área, debía borrar la imagen negativa respecto a la nación norteña, de lo cual no es justo acusar solamente a Trump, es una herencia dejada por siglos de agresiones, amenazas e injerencias.